viernes, 9 de octubre de 2009

Un traguito de emoción... solo uno pequeño

El mundo es un complejo lugar donde cada quien puede o no hacer y eso es lo de menos, por ejemplo: si samuel va por la calle y alguien le grita: "ahi hay un hoyo, cuidado", pero eso al samuel no le importa por que cree que puede volar, entonces puedo o no hacer caso de lo que me dicen y aun asi estoy haciendo algo. Por decirlo de otra manera, no hay forma de no actuar o actuas haciendo o actuas no haciendo pero siempre harás.

El punto aqui no es qué hace y qué no, sino: Por qué.

Un medico levanta un objeto filoso y lo hunde en una persona y eso no implica que lo haga con afán de hacerle daño, asi, una accion se torna ética o inmoral según quien lo haga y la razón que para ello tenga.

Es cierto, sin embargo, que no solo basta con hacer algo por la razón correcta, tenemos que hacer algo acompañado de otras acciones y que terminarán en un resultado mayor, para lograr hacer esto se necesita un carácter que se apropie de la realidad que pretendemos cambiar y he aquí la encrucijada de la vida, ¿qué queremos cambiar?

Los libros de superación personal mas de una vez padecen de la irresponsabilidad de creer que el ser humano encontrará soluciones faciles para sus problemas, evitan el dolor y tachan el miedo de ser un problema, el fracaso avergüenza y la propia vergüenza avergüenza aún más.

Todos estamos bien, siempre estamos bien, a nosotros nada nos pasa, nada nunca es para tanto, nunca duele lo suficiente o lastima en verdad, podemos superarlo todo en el momento que queramos y creemos que decir: "hoy voy a cambiar" y frases similares implica el "abra cadabra" de la vida y al mencionar esas frases por consecuencia y de manera magica las cosas cambiarán sin esfuerzo, ganas o pasión.

En un mundo en que el exito es el fin sobre todos los demas, no ser exitoso obliga a comportarse como tal.

Somos razón y eso significa que sabemos cómo hacer las cosas, por qué y por dónde empezar. Pero también somos emoción y debemos entender eso y no sólo desde lo racional sino como parte de nuestra estructura; nos enseñaron a pensar todo en términos de: causa y efecto, antes y después, por qué y el para qué, ¿ya te diste cuenta que en ninguna de esas frases existe el "ahora", el "hoy" o el "presente"?, convertimos nuestros sentimientos y emociones en una ecuación que se resuelve entendiendo las causas y buscando sus consecuencias, como si las consecuencias fuesen algo malo que hay que encontrar antes de que nos hagan daño. Y estamos tan espantados buscando que no nos hagan daño que se nos olvida pensar en que nos hagan un bien y aún más: se nos olvida pensar que debemos hacer un bien y eso implica compartir algo, pero, siempre, compartir implica ser vulnerable, porque eso significa ser con el otro, con sus cambios, con sus errores y con los míos.

Abrirse emocionalmente es peligroso cuando se nos ha enseñado que ser débil esta mal, que ser vulnerable es para débiles y también hay una razón objetivamente valida para esto: abrirse emocionalmente implica arriesgar el pequeño insípido circulo de seguridad que por lo menos en ese momento tenemos y romper ese circulo implica perder la posición de poder y control que aparentemente tengo sobre mi persona, cuando se quiere o se ama de repente ya no se es tan fuerte ni certero, ya no se tiene la misma templanza y cabeza fría para tomar decisiones, de repente ya no nos vale madre todo y esperamos impacientemente que ella o él llegue y duele saber que se ha enojado o molesta que el sol se haya metido y que se tenga que ir, de repente muchas cosas duelen y muchas mas te hacen despertar con tantas ganas que quisieras que el día no acabara, el balance entre lo que duele y lo que se disfruta es muy delicado y para nuestra desgracia o fortuna muy seguido van de la mano.

El dolor es malo y solo lo sienten los débiles, los demás estamos bien, siempre estamos bien, nada duele, nada lastima, nada... se arriesga, nada se pierde o gana. ¿En realidad es bueno ser el fuerte?

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