lunes, 19 de octubre de 2009

Flujo oscuro: ¿Evidencia de otro universo?

No importa cuán potente, grande o alto esté situado tutelescopio: nunca podrás ver nada que esté más allá de los 45.000 millones de años-luz de distancia. Simplemente, la luz emitida o reflejada por los objetos a mayor distancia no ha tenido tiempo suficiente para llegar hasta nosotros, aunque hubiese partido en el momento mismo en que se formó el universo. A pesar del tamaño gigantesco de esta especie de burbuja espacio-temporal en la que nos encontramos confinados, en la que se encuentran bestias cósmicaspara casi todos los gustos (agujeros negros, cuásares, galaxias y pulsares incluidos), los astrónomos viven preguntándose qué hay más allá y no terminan de resignarse al hecho de no saberlo.

Desde hace algún tiempo algunos de los astrofísicos más imaginativos especulan con la existencia de alguna clase de “grieta” en esta burbuja, que nos permita otear un poco más del borde del universo. A pesar de lo extraña de esta idea, parece que están de suerte, ya que Sasha Kashlinsky, una científica de alto nivel del Centro de Vuelos Espaciales Goddard en Greenbelt, Maryland, de la NASA, cree que ha tropezado, casi sin querer, con esa ventana cósmica.

En realidad, Kashlinsky ha estado estudiando durante bastante tiempo la forma en que se mueven algunos cúmulos de galaxias en el marco de nuestro universo en expansión. Junto a unos colegas ha cronometrado la marcha de los cúmulos galácticos que se desplazan a velocidades de hasta 1.000 kilómetros por segundo, velocidad mucho más alta que lo permite nuestros conocimientos de la cosmología. Pero lo más extraño de todo es que estos cúmulos galácticos parecen dirigirse a todo gas hacia un pequeño sector del cielo, ubicado entre las constelaciones de Centauro y Vela.

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Esta observación podría ser la primera pista de lo que hay más allá del horizonte cósmico.Gracias a esto, podríamos ser capaces de averiguar cómo se veía el universo inmediatamente después delBig Bang, o incluso si nuestro universo es solo uno más dentro de un grupo más grande. Algunos astrónomos no están demasiado seguros de esto, y repiten a quien se anime a preguntarles que todo esto no tiene nada que ver con universos paralelos, sino que es el resultado de un error en la teoría que asegura que el universo debe verse igual en todas direcciones.

Independientemente de lo que opinen, todos los colegas de Sasha están atentos a los acontecimientos. "Este descubrimiento se agrega a nuestra lista de enigmas cosmológicos", asegura Laura Mersini-Houghton, de la University of North Carolina. La lista que menciona Laura incluye el 95% del contenido del universo más la materia oscura invisible que parece hacer las veces de “pegamento” al mantener juntas a las galaxias. La misteriosa energía oscura que al parecer está acelerando la expansión del universo también se encuentra en el “Top 10” de enigmas mencionados por Mersini-Houghton. Para no ser menos que sus colegas, Kashlinsky ha bautizado a este nuevo enigma con el nombre de “flujo oscuro".

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A medir se ha dicho
Kashlinsky, que se ha convertido en una especie de agrimensor universal, se dedica a medir con la mayor precisión posible la velocidad a la que viajan los cúmulos galácticos situados a unos 5.000 millones de años-luz del Sistema Solar. Entre los datos obtenidos busca indicios de su movimiento respecto del fondo de radiaciones de microondas cósmico (que en inglés se denomina Cosmic Microwave Background, o CMB), la radiación que nos legó el Big Bang. En general, los fotones del CMB se desplazan de forma continua por el espacio interestelar, pero cuando pasan a través de un cúmulo galáctico “tropiezan” con el gas ionizado que existe en los espacios intergalácticos. Los fotones, dispersos por este gas, se muestran como una diminuta variación en la “temperatura” del CMB, evidenciando que el cúmulo se está moviendo. Esto se puede medir mediante desplazamiento Doppler asociado.

En cualquier cúmulo individual este es un cambio demasiado pequeño para ser mesurado, y esta es la razón por la que nunca antes nadie se molestó en buscarlo. Sin embargo, Kashlinsky notó que si combinaba las mediciones de una cantidad suficientemente grande de cúmulos galácticos, la variación sería amplificada y mensurable. Junto a su equipo, el astrónomo recogió datos de casi 800 cúmulos, usando telescopios de rayos-X. Después, miraron el CMB en esas posiciones, usando las imágenes captadas por el satélite WMAP de la NASA. Lo que encontraron los asombró.

Puede esperarse que los cúmulos galácticos deriven al azar por su región del espacio, porque la materia está distribuida en grupos irregulares, creando campos gravitatorios locales los atraen. Pero se supone que a gran escala la materia está difundida de una forma más o menos uniforme, de modo que los cúmulos deberían desplazarse junto con el espacio a medida que este se expande. Además, el modelo estándar de la cosmología sugiere que el universo debería verse casi igual en todas direcciones. Pero los datos muestran otra cosa.

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