martes, 23 de marzo de 2010

Sinonimos

A lo largo de la historia hemos conocido diferentes posturas frente a la vida; desde los mas libarales hasta losmas insensibles o los mas moralistas frente a los mas pacaminosos.


Diferntes formas de buscar una buena vida o csmo suele decirse: una vida feliz.


Los mas grandes filososfos dicen que la vida esta llena de torturas, de malestares; aun la Blibla nos dice: en la vida tendreis aflicciones.


El punto es que en nuestro mundo feliz el emblema es: en el mundo tendreis placeres y sòlo los placeres son aceptables.


No nos interesa mucho la valides de dichos valores (por el momento); lo que nos interesa es la relacion que existe entre los valores de una cosa y otra o, para ser mas justo, la igualdad entre los valores frente a la prespectiva de la misma lo cual resulta en conclucion (por lo menos en esta reflexion) en un plonasmo o sinonimo ontologico.

Lo que quiero decir en la idea anterior (escrita de manera tan presuntuosa) es que a veces pensamos de la misma manera o mas bien valoramos de la misma manera aunque no lo expresemos de la misma manera.

Cuando escuchamos de los grandes humanistas, de los hombres que buscaron la felicidad fuera de toda vanidad y vicio, de quienes las ideas del bien y el mal, de lo virtuoso y lo vicioso, de lo alto y lo bajo escuchamos ideas como:

Dejalo libre y sera bueno o para ser bueno, primero hay q ser feliz: A.S. Neill
o
Reconocerse humano es saberse unico y e irrepetible: Hume
o
Humano soy y nada humano me es ajeno: de alguien q no recuerdo

El punto es que dentro de la filosofia de los deprimidos no se escuchan cosas tan diferentes:

Hemos sido arrojados a la vida, condenados a la libertad: Sartre

Ahi donde no hay lugar para el amor sigue de frente: Nietzsche

y en la vida no es diferente, uno puede escuchar: esto esta jodido o esto podria estar mejor. Y es exactamente lo mismo.

El punto es (perdon me da por divagar) que frente a la verdad la unica deferencia que podemos encontrar es la perspectiva morar y aun mas importante la vision emocional con que se la ve....

otro dia seguire con esto.

viernes, 19 de marzo de 2010

El hombre que quiso derribar el sistema con 15.000 dólares.

La teoría frente a la práctica. La buena intención contra la realidad.
Media vida luchando contra un sistema usando sus propias reglas.

La vida de Harold L. Hume no fue fácil.
Promesa de la literatura en su juventud, fundador de la revista The Paris Rewiew y gran orador, Harold lo tenía todo. Había publicado dos novelas (Ciudad subterránea y Los hombres mueren) y entonces, justo cuando comenzaba a labrarse una reputación, se esfumó. Desapareció del mapa literario.

Existen dos versiones de su caída a la locura. La primera cuenta que en Londres, en 1966, tomó una gran cantidad de LSD y se volvió paranoico. La segunda, más amable, habla de una serie de desgracias y reveses. Un divorcio y diversas estancias en hospitales psiquiátricos acompañadas de tratamiento de electroshock hicieron que no pudiera volver a escribir, según él, obligado por razones físicas: Cada vez que cogía una pluma se le empezaban a hinchar las piernas, causándole un dolor insufrible.

Con la palabra escrita impedida, el discurso era el único medio para llegar a la masa. Cuando regreso a EE.UU. en el 69, se reinventó a si mismo como un “gurú”, vagando entre los campus de Columbia, Princeton, Bennington y Harvard. Se llamaba a sí mismo “Doc” y así se dió a conocer entre la juventud que acudía a él fascinados por su mezcla de erudición y de enfermedad mental.

Ese mismo año, Doc recibió en herencia de su padre 15.000 dólares.
En su teoría, ese dinero le bastaría para derrocar al gobierno de la nación.

Todo era muy sencillo, antes de dilapidar el dinero, Doc se propuso regalarlo. No de golpe, no a obras benéficas y no a una persona, sino a todo el mundo. Cobró el cheque, convirtiéndolo en 300 billetes de 50 dólares. Con aquellos retratos de Ulysses S. Grant en el bolsillo, Doc se presentaría ante sus compañeros de conspiración para desencadenar la mayor revolución económica de la historia. Él insistía en que el dinero “es una ficción, papel sin importancia que sólo adquiere valor porque un gran número de personas deciden dárselo”.

Para Doc el sistema se basaba en la fe, no en la verdad o en la realidad, sino en nuestra creencia colectiva, y tenía como objetivo socavar esa fe a base de hacer que un gran número de personas comenzara a dudar del sistema. Los billetes que entregaba no eran sólo un regalo, sino un arma para luchar por un mundo mejor. Quería dar ejemplo con su despilfarro, demostrar que era posible el desencanto y romper el hechizo que el papel verde ejercía sobre sus conciudadanos.

Cuando entregaba un billete, daba instrucciones de que el dinero debía ser gastado cuanto antes. Gastado, regalado, pero puesto en circulación, informando al siguiente portador de que hiciera lo mismo, a fin de provocar una reacción en cadena que acabaría con el status quo.

Harold también alentó a los conspiranoicos informando sobre el sistema informático Fido (una red de ordenadores subterránea interconectada y controlada por el Gobierno). Finalmente, falleció de cáncer en 1992, descubriéndose después que realmente el Gobierno de EE.UU. había estado vigilando a Doc desde 1948 a 1977.

Tal vez su paranoia no era tan irreal como cabía imaginar.

domingo, 14 de marzo de 2010

Todos somos catolicos (2da parte)

La razon que mantiene a la iglesia actual de pie tiene sus bases en la misma promesa que tienen las corporaciones economicas: la felicidad a un paso.

El premio y el castigo son formas de moldear o condicionar el interes; el interes por su parte es formar o hacerse parte de lo que lo q ocupa, interes viene del latin inter ecce, que significa: ser entre.
Los premios seducen el interes, si premias a un niño por sus calificaciones en matematicas se interesara por la matematicas con la verdadera razòn del premio es decir se mezcla la convenciencia con el interes, asi las cosas se hacen por la recompensa y se vuelve a la gente hipocrita: demostrando que quieren algo y sabiendo dentro de si que les interesa otra cosa. Lo mismo pasa con el castigo: se moldea al ineteres pero con un interes basado en el miedo al castigo a diferencia del premio que se basa en el miedo a perder el placer o a no alcanzar la meta.

Lo importante en esto es que el premio o el castigo son siempre malos cuando se convierten en valores sociales y no son parte unica y excluciva de la moral individual, es decir, que la satisfaccion o arrepentimiento vengan de la misma persona; cuando cada quien se convierte en su reector la capacidad de dirigirse no es una alienacion de valores sino que èstos provienen de un aprendizaje(premio y castigo individual) y no del chantaje (premio y castigo social).

Por supuesto que los valores sociales son siempre mas persuasivos y su legado historico es muchas veces imperceptibles, asi la felicidad en terminos morales implica ser hipocrita, responder a una serie de valores que con frecuencia no se comparten pero igual se obligan a respetar. La felicidad no es la capacidad de sentirse, de vivirse sino (en terminos generales) la felicidad es hacer lo que se dice que debes hacer.

El deber implica siempre llegar a la meta (premio), o fracasar (castigo), y es que el deber es siempre social.

proximamente la 3ra parte (por muy aburrido que sea esto es como divertido escribirlo)

martes, 2 de marzo de 2010

Un verdadero filosofò encuentra siempre un problema para cualquier solucion... o cuento

Los filósofos y matemáticos a menudo evidencian una habilidad especial para complicar las cosas. Un buen ejemplo de esto es El problema de la Bella Durmiente, una vuelta de tuerca que convierte un cuento para niños en una pesadilla para adultos. Sigue leyendo, y averigua por qué las brujas no deberían tener monedas, los príncipes ya no besan como antes y -sobre todo- cómo un par de cerebritos pueden encontrar una paradoja dentro de un cuento para niños. Sin desperdicio.

Todos conocemos la clásica historia de la Bella Durmiente, que se hiere con una rueca embrujada y cae en un profundo sueño del que solo el beso de un príncipe la podrá sacar. Seguro que el argumento te resulta familiar, porque Disney ha hecho una fortuna con él. Pero un filosofo llamado Adam Elga, famoso por haber creado varios puzles difíciles de resolver, basándose en el trabajo de Arnold Zuboff (publicado como “One Self: The Logic of Experience”), le ha dado una vuelta de tuerca para convertirlo en un problema lógico de difícil solución. Supongamos que es domingo, y que la Bella Durmiente se pincha el dedo con la rueca. En ese instante, se hace presente la bruja y -antes que la muchacha se duerma- arroja una moneda al aire. Si sale cara, la Bella Durmiente se despertará de la maldición el lunes y ahí se acabará la historia, sin necesidad de príncipes salvadores y sin paradojas de ninguna clase. Pero si sale sello, también se despertará el lunes, aunque solo para volver a dormirse hasta el martes. Cuando despierte el martes estará libre de la maldición pero tendrá una pequeña secuela: gracias a las malas artes de la bruja, no se acordará si se despertó o no el lunes.

Nuestra Bella Durmiente se despierta sin saber si es lunes o martes.

Puestas así las cosas, y con el Príncipe ausente del relato, nuestra Bella Durmiente se despierta sin saber si es lunes o martes. Dado que si despertó el lunes dicho evento fue borrado de su mente por la bruja, no tiene forma de saber en qué día se encuentra. Adam Elga asume que La Bella Durmiente es perfectamente racional y que el domingo, antes de quedar dormida, se ha enterado del plan elaborado por la bruja. Con estos datos, la niña puede asignar probabilidades al hecho de que sea lunes y al hecho de que sea martes. O, dicho de otro modo, puede asignar probabilidades al hecho de que la moneda cayera en cara o que cayera en sello. La cuestión a resolver es: ¿qué probabilidad subjetiva debería otorgarle ella a la hipótesis de que la moneda cayó en cara? Existen dos formas de encarar el problema.

La primera asume que como el domingo la Bella Durmiente sabía que la moneda no estaba trucada, tenía un 50% de probabilidades que cayera en cara. Dado que al ser despertada el lunes no recibe ningún dato adicional que pueda ayudarla a deducir su situación (ya que su memoria es borrada), la probabilidad es de un 50% de que sea lunes, y de un 50% de que sea martes. ¿Parece lógico, verdad? Pero antes de festejar, veamos la segunda forma en que se puede encarar este problema.

¿Confundido? No te preocupes, no eres el único.

Supongamos que el experimento de la bruja se lleva a cabo un elevado número de veces. Al igual que antes, como la moneda no esta trucada, la mitad de las veces caerá cara y la otra mitad caerá en sello. Sabemos que la Bella Durmiente se despierta una vez tras salir “cara” y dos veces tras salir “sello”. Como ambas caras de la moneda tienen las mismas probabilidades de ocurrir, todos los despertares de la muchacha tienen también la misma probabilidad. Si la bruja hace 100 veces su truco, la Bella Durmiente despertaría 50 veces en lunes (luego de salir cara), 50 veces en lunes (tras salir sello) y 50 veces en martes tras sello. Si cada vez se le pregunta a la niña “¿Qué día es hoy?”, sabe que tiene el doble de probabilidades de ser despertada tras sello que tras cara. Las probabilidades que asignará a “sello” serán 66,66% y a “cara” sólo el 33,33%.

¿Confundido? No te preocupes, no eres el único. ¿Cuál es la respuesta correcta? Adam Elga sostiene que la segunda situación es la correcta, y que existe un 33,33% de posibilidades de que la Bella Durmiente despierte el martes tras haber salido cara. David Lewis, otro experto en temas de lógica, piensa que la primera respuesta es la correcta, y que al arrojar una moneda al aire no hay otra alternativa que asignar un 50% de probabilidades a cada posible resultado. Tu ¿con quién estás de acuerdo?

lunes, 1 de marzo de 2010

Todos somos catolicos

Los teóricos de la historia sostienen que nuestro pasado nos moldea de una manera u otra. Cualquiera que haya leído alguna vez a un sociólogo sabrá que hay una fuerte influencia en nuestra formación por parte de la sociedad, a saber, que la familia, l@s amig@s, la escuela e incluso la iglesia nos impregnan de costumbres, creencias y valores entre otras cosas. Lo que nos ocupa en esta reflexión no es precisamente la iglesia como tal sino una constante histórica que empezó hace unos setecientos años y que hasta la fecha se sigue reproduciendo y es que a fin de cuentas dicho fenómeno reflejó una de las necesidades humanas mas profundas: la certidumbre.

Un libro como "del paraíso a la utopía" haría temblar a cualquier persona con una fe medianamente fuerte o también a quienes han culpado al mundo (destino) de lo bueno o malo que les sucede, ojo, que he dicho culpado por lo bueno y malo y es que renunciar a nuestra responsabilidad de vivir implica culpar a alguien o algo más de lo que nos sucede.

En nuestra actualidad responsabilidad significa ponerse frente al dedo acusador; o por lo menos a si nos han enseñado: ser responsable implica ser culpado. La palabra Responsabilidad tiene sus raíces en la palabra responder, es decir, ser capaz de solucionar lo que se nos presenta y no, como suele creerse, ser culpado de lo que ha sucedido, quien responde ante los hechos procura resolverlos, quien es culpado por los hechos ya no los puede resolver porque según la lógica de nuestro mundo actual el culpable no tiene derecho a resolver nada solo a esperar el castigo; de esta manera ser responsable implica la facultad de solucionar mientras que culpabilizar implica condenar.
Diferentes palabras en la actualidad tienen dicho contexto de condena: responsabilidad o más comúnmente Pecar.
Cabe aclarar antes de seguir esto que cuando hablo del mundo actual no quiero decir que todo pasado fue mejor (como suele repetirse de mil maneras: en mis tiempos...; cuando o era un niño o niña...; antes, si yo hacia eso...; etc.) lo que quiero aclarar es que cada época tiene sus ventajas y obstáculos, los valores que en la Grecia helénica funcionaban y se aceptaban con el mayor virtuosismo hoy se reproducen de manera diferente o en algunos casos dichos valores ya ni se reproducen, así cada época tiene sus propios retos y el de la nuestra radica en resolver el relativismo tan arraigado que parecemos aceptar todos de manera tacita.
Siguiendo con lo que nos ocupa, Pecar es una palabra completamente moral, quien peca es condenado. Arrepentirse en tal caso es ya sinónimo de angustiarse, de mortificarse psíquica e incluso físicamente. Pero, la palabra pecado no tiene la historia moral que suele creerse, sus raíces implican errar el camino, creerlo correcto en la búsqueda de una solución y no como hoy se ocupa de hacer el mal por placer del mal mismo. La transformación tan radical del término tiene una explicación relativamente sencilla: la iglesia perdió la fe en el ser humano, la fe en que era bueno o por lo menos se inclinaba al bien, así creyeron que sustituyendo la libertad por la culpa resolverían el caos social que se estaba viviendo. Para ser más explicito. En el antiguo testamento se dice: He puesto ante ti el camino de la vida y la muerte y has elegido vivir; mientras que la iglesia arcaica trataba de mostrar una historia alternativista del ser humano ante su posibilidad de vivir o morir, la iglesia del siglo III pensó que amenazando al ser humano con un Dios colérico y castigador pondría de manera definitiva de lado la posibilidad del ser humano de morir, lo que pasó en realidad es que nos acostumbramos a que: culpar y confiar o dejar ser libre a alguien implica siempre una desconfianza de que va ha hacer las cosas mal. Peor aún, una vez que se nos ha enseñado que ser responsable de algo suena a sentencia todo mundo huye del acto de vivir, así, cuando hemos hecho algo mal y esto se repite constantemente reproduciremos el esquema: es que algo hago mal o alguien me juzga por lo que he hecho; el contexto moralista exige un juez, una victima, un jurado y un verdugo y con frecuencia nos obligan a ser todos estos personajes al mismo tiempo. Imagina a un niño que rompe un vaso y es encontrado en el delito, la madre pregunta: "por qué lo hiciste, a ver dime, a caso no tienes conciencia de lo que has hecho, piensa y dime por qué lo has hecho, ahora que hacemos, dime tú que debemos hacer con lo que acabas de hacer". Dicho esquema se reproduce a lo largo de la vida y el contrato tácito con la culpabilidad nunca parece romperse, nos termina gustando el castigo.

El hecho es por tanto que el mandamiento de la iglesia actual es: buscaras culpables para todo que pase y lo juzgaras. Pero dicho mandamiento se ha estilizado y ya no es necesario que alguien más te culpe: tu conciencia lo hará.
Por supuesto hay problemas morales, pero el punto-como en todo- es distinguir entre un problema moral y una condición humana.
Pero esto ya resulta aburrido, mañana subiré la otra parte y tal vez te animes a leerla o tal vez no. Y si lo haces o no recuerda que te culpare por no hacer que mis visitas suban (broma)