lunes, 1 de marzo de 2010

Todos somos catolicos

Los teóricos de la historia sostienen que nuestro pasado nos moldea de una manera u otra. Cualquiera que haya leído alguna vez a un sociólogo sabrá que hay una fuerte influencia en nuestra formación por parte de la sociedad, a saber, que la familia, l@s amig@s, la escuela e incluso la iglesia nos impregnan de costumbres, creencias y valores entre otras cosas. Lo que nos ocupa en esta reflexión no es precisamente la iglesia como tal sino una constante histórica que empezó hace unos setecientos años y que hasta la fecha se sigue reproduciendo y es que a fin de cuentas dicho fenómeno reflejó una de las necesidades humanas mas profundas: la certidumbre.

Un libro como "del paraíso a la utopía" haría temblar a cualquier persona con una fe medianamente fuerte o también a quienes han culpado al mundo (destino) de lo bueno o malo que les sucede, ojo, que he dicho culpado por lo bueno y malo y es que renunciar a nuestra responsabilidad de vivir implica culpar a alguien o algo más de lo que nos sucede.

En nuestra actualidad responsabilidad significa ponerse frente al dedo acusador; o por lo menos a si nos han enseñado: ser responsable implica ser culpado. La palabra Responsabilidad tiene sus raíces en la palabra responder, es decir, ser capaz de solucionar lo que se nos presenta y no, como suele creerse, ser culpado de lo que ha sucedido, quien responde ante los hechos procura resolverlos, quien es culpado por los hechos ya no los puede resolver porque según la lógica de nuestro mundo actual el culpable no tiene derecho a resolver nada solo a esperar el castigo; de esta manera ser responsable implica la facultad de solucionar mientras que culpabilizar implica condenar.
Diferentes palabras en la actualidad tienen dicho contexto de condena: responsabilidad o más comúnmente Pecar.
Cabe aclarar antes de seguir esto que cuando hablo del mundo actual no quiero decir que todo pasado fue mejor (como suele repetirse de mil maneras: en mis tiempos...; cuando o era un niño o niña...; antes, si yo hacia eso...; etc.) lo que quiero aclarar es que cada época tiene sus ventajas y obstáculos, los valores que en la Grecia helénica funcionaban y se aceptaban con el mayor virtuosismo hoy se reproducen de manera diferente o en algunos casos dichos valores ya ni se reproducen, así cada época tiene sus propios retos y el de la nuestra radica en resolver el relativismo tan arraigado que parecemos aceptar todos de manera tacita.
Siguiendo con lo que nos ocupa, Pecar es una palabra completamente moral, quien peca es condenado. Arrepentirse en tal caso es ya sinónimo de angustiarse, de mortificarse psíquica e incluso físicamente. Pero, la palabra pecado no tiene la historia moral que suele creerse, sus raíces implican errar el camino, creerlo correcto en la búsqueda de una solución y no como hoy se ocupa de hacer el mal por placer del mal mismo. La transformación tan radical del término tiene una explicación relativamente sencilla: la iglesia perdió la fe en el ser humano, la fe en que era bueno o por lo menos se inclinaba al bien, así creyeron que sustituyendo la libertad por la culpa resolverían el caos social que se estaba viviendo. Para ser más explicito. En el antiguo testamento se dice: He puesto ante ti el camino de la vida y la muerte y has elegido vivir; mientras que la iglesia arcaica trataba de mostrar una historia alternativista del ser humano ante su posibilidad de vivir o morir, la iglesia del siglo III pensó que amenazando al ser humano con un Dios colérico y castigador pondría de manera definitiva de lado la posibilidad del ser humano de morir, lo que pasó en realidad es que nos acostumbramos a que: culpar y confiar o dejar ser libre a alguien implica siempre una desconfianza de que va ha hacer las cosas mal. Peor aún, una vez que se nos ha enseñado que ser responsable de algo suena a sentencia todo mundo huye del acto de vivir, así, cuando hemos hecho algo mal y esto se repite constantemente reproduciremos el esquema: es que algo hago mal o alguien me juzga por lo que he hecho; el contexto moralista exige un juez, una victima, un jurado y un verdugo y con frecuencia nos obligan a ser todos estos personajes al mismo tiempo. Imagina a un niño que rompe un vaso y es encontrado en el delito, la madre pregunta: "por qué lo hiciste, a ver dime, a caso no tienes conciencia de lo que has hecho, piensa y dime por qué lo has hecho, ahora que hacemos, dime tú que debemos hacer con lo que acabas de hacer". Dicho esquema se reproduce a lo largo de la vida y el contrato tácito con la culpabilidad nunca parece romperse, nos termina gustando el castigo.

El hecho es por tanto que el mandamiento de la iglesia actual es: buscaras culpables para todo que pase y lo juzgaras. Pero dicho mandamiento se ha estilizado y ya no es necesario que alguien más te culpe: tu conciencia lo hará.
Por supuesto hay problemas morales, pero el punto-como en todo- es distinguir entre un problema moral y una condición humana.
Pero esto ya resulta aburrido, mañana subiré la otra parte y tal vez te animes a leerla o tal vez no. Y si lo haces o no recuerda que te culpare por no hacer que mis visitas suban (broma)

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